jueves, 23 de febrero de 2012

Fuimos a verte a San Sebastián

Ya dijimos en anteriores posts que iríamos a ver al flamante nuevo técnico de nuestro equipo. Ese que hemos seguido hasta la otra punta de esta nación para verlo. O sufrirlo, si tenemos en cuenta la imagen dada en Anoeta. Pero como este blog no habla de fútbol, sino de una peña que va al fútbol, hablemos de eso. De como la Vengo a Verte suma kilómetros montándose en aviones y coches para seguir al Sevilla F.C. Comienzo con la crónica de otro viaje vengoavertense.


Y esos cinco que ves en la foto son los que nos montamos en ese vueling que unió la ciudad donde más manda el PP con la ciudad donde más manda Bildu. Bueno, antes tuvimos que ir envasados al vacío desde el aeródromo de Bilbao hasta el centro de San Sebastián, destino final de nuestro periplo. Pero ese camino, lleno de cábalas en torno al precio del peaje, tuvo una parada a medio camino. Decidimos parar en Eibar. Ciudad a pie de carretera que nos recibió con frío y con un encargado de estadio demasiado cortés. Ipuru(a) nos gustó. Estadio añejo con marcador canario que huele a hierba recién cortada y con vistas a perfiles de personajes pasados. Tras esta parada, seguimos el camino y llegamos a Donostia.


Donostia nos recibió con la climatología adversa como esperábamos pero bella y tranquila. Tras acomodo en el excelente y céntrico apartamento, decidimos salir a comer y a comprar víveres para los próximos días. Ya comenzábamos a caminar por la ciudad donostiarra bien pertrechados y con la única escolta de nuestra sombra en aquellas calles por donde el sol se colaba también sin más escolta que las numerosas nubes que lo acompañaban. La tarde discurrió entre televisión, descanso y preparación de la salida nocturna; la cual prometía gracias a las expectativas creadas por los miembros expertos en estas lides. Tras el habitual lote a las tantas, salimos aún más camino de la discoseta ubicada en el sitio más frío de la ciudad: el paseo marítimo. Bataplan era su nombre, y 15 eran los euros que desembolsaron cada uno de los cinco que aparecen en las fotos más dos miembras de la secció de Barcelona, las cuales dieron lustre a la expedición peñística. Buen discurrir por la pista de baile cayendo bien a la barra y tirando a la perfección el fuera de hielo hasta que decidimos finalizar la noche entre cánticos y palmotadas a pie de playa. Se acabó el sábado.


Llegó el domingo. Y llegó el equipo. Eso marcó el devenir de la jornada. Decidimos hacer turismo rural por los montes vascos. Esto dio lugar a que un servidor encañonara a media España, lo cual se transformó en un Stewie que tengo colocado en mi coche. Tras fotos panorámicas, dimos vuelta en coche hasta las inmediaciones del hotel donde se alojaba el octavo socio que comparecería en este viaje. Tras su llegada y con priva en la mano, volvimos al apartamento para asearnos y pasar una noche de amena charla que pudo acabar con más de uno en lugares de poca moral. Para bien o para mal, eso no pasó y dormimos hasta que llegó el lunes.


Es decir, el día del partido. Un día que comenzó temprano y duro con la subida a otro monte. Un servidor demostró poca forma física pero mucho coraje al ascender el empinado montículo y bajarlo con la suficiente vigorosidad para dejarse más de una quincena de euros en la ostentosa comida que se hizo previa al partido. Ya sería las 4 o las 5 cuando decidimos empezar la previa, la cual se vería interrumpida por el suceso del viaje. Este hecho se resume perfectamente en el instante en que asumimos que el coche que hemos alquilado ha sido sustraído por nuestros amigos gruístas de San Sebastián, los cuales decidieron que no debíamos correr el peligro de que nos lo robaran y gentilmente lo guardaron en su garaje propio por el módico precio de 150€. Eso hizo que cambiáramos el plan previsto y tomáramos el primer bus hacia el estadio. Llegada, cerveceo, entrada a la grada, animación pobre pero aguerrida y vuelta a cas... no, al depósito a recoger nuestro coche y ya si después a casa tras exigir que nos abrieran un Telepizza para nosotros. Bueno, y llegó el martes por la mañana. Momento de despedirse de San Sebastián y de coger la carretera hacia el aeropuerto bilbaíno. No sin antes darle un poco de emoción en los cambios de sentido. La llegada a Sevilla fue tranquila con 0 puntos en la maleta pero muchas cosas que recordar.


Un saludo de S.M.A.O.

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