lunes, 11 de abril de 2011

Un punto que puede ser definitivo para los objetivos

El Sevilla gana un punto respecto al cuarto clasificado, el Villareal, tras el empate a dos en el Iberostar Estadio, aparte de un amargo sabor de boca. Una malísima imagen en el primer tiempo hizo que los tres puntos no volaran para Nervión y la Champions queda a ocho puntos, con 21 por jugar.

El entrenador del Sevilla, Gregorio Manzano, recibido con ensordecedores pitos por la parroquia bermellona, su antigua casa, sacó un once totalmente fuera de lugar. Un trivote con Rakitic como enganche, Negredo arriba y Diego Capel a banda cambiada. Cada vez que sale el de Albox por la banda derecha, el Sevilla juega con uno menos.

Desastrosa primera mitad del Sevilla que no hizo absolutamente nada, andando por el terreno de juego y sin chispa. Así es imposible conseguir algo positivo porque en el fútbol hay que tener movilidad, rapidez, desmarque, hay que ser voluntario, pedir el balón para llevar las riendas del partido, luchar con la casta y el coraje que siempre ha tenido el Sevilla, dejarse la piel en el campo... y el Sevilla, en esa primera mitad, estuvo escaso de todo lo mencionado.

La banda derecha estuvo nula durante toda la primera mitad, con un Capel totalmente perdido, sin desborde porque el canterano está acostumbrado a marcar regates hacia fuera, y en esa posición es imposible. Romaric, que estuvo con una lentitud pasmosa, no sé por qué sale de titular cuando el jugador, a mi gusto, se encuentra en un estado psigológico pésimo. Recuerdo que el jugador costamarfileño tiene a su familia en su país natal, con una guerra civil de por medio.

El profesor Manzano tampoco debe investigar con Rakitic en la media punta, cuando ya es sabido por todos que lo hace mucho mejor en el centro del campo acompañado de Medel. Si ya hay un centro del campo consolidado, no lo muevas. Para colmo, la defensa tampoco ayudó demasiado, con su caraja de siempre y que tanto tiempo llevábamos sin ver.

Para mí, la clave de la primera parte estuvo en la expulsión clara que el árbitro del encuentro, Turienzo Álvarez, se comió en el minuto 14. Castro derribó por detrás a Martín Cáceres y Turienzo se hace el loco, cuando sabía que el jugador bermellón tenía ya una amarilla. Creo que si hubiera pitado la falta y, por consiguiente, hubiera mostrado la segunda amarilla, otro gallo cantaría durante el resto del encuentro.

Tanto es así que un minuto después es el propio Castro el que da una buenísima asistencia al japonés Aki, que remata de cabeza completamente solo. No sé qué pasa que el Sevilla es la cenicienta para los vírgenes del gol durante la temporada: siempre nos anotan goles jugadores que no lo han hecho durante el resto de la temporada.


No obstante, en el único tiro de la primera parte por parte del Sevilla se tranforma en gol. Negredo anota de penalti su duodécimo gol de la temporada. Penalti que, además, se cocinó él y que Turienzo no mostró la clarísima tarjeta amarilla a Ramis por semejante penalti. Este gol pudo marcar un antes y un después en el devenir del encuentro. Pero no fue así.


Después de la igualada, Manzano decide quitar a Romaric del terreno de juego y meter al canterano Rodri para que éste jugara de enganche y el croata Rakitic bajara al centro del campo. Acertó en el cambio porque el costamarfileño no aportó absolutamente nada en el partido. Además, cambia a Capel de banda por Perotti. Creo que se confundió en la alineación titular y más vale tarde que nunca estos cambios.

Pero de nuevo sufrimos un mazazo. Poco antes del pitido que marcaba el final de la primera parte, De Guzmán, solo y sin que ningún defensa del Sevilla le saliera al paso, anota un gol desde las proximidades de la frontal del área en el que Javi Vara no pudo hacer nada ante tremendo disparo. Hizo bien Gary Medel en no entrarle, ya que venía por detrás y tenía una amarilla. 2-1 al descanso y charla del entrenador del Sevilla en los vestuarios para cambiar el rumbo del partido.

Y parece que funcionó. En los primeros compases de la segunda parte, el Sevilla dispuso de dos claras ocasiones de gol. La primera, tras un disparo de Capel que Aouate supo blocar de forma inverosímil; y la segunda, aún más clara, tras un cabezazo a puerta vacía de Negredo, tras centro de Capel, que, increíblemente, pica en demasía y se marcha por encima de la madera. La cara del vallecano, al igual que la de los sevillistas, era un poema.

El Sevilla salió a por todas en la segunda mitad y así se consiguió el empate final. Cáceres, que se multiplicó tal cual pan y vino en la última cena en defensa y en ataque, centró al corazón del área. Inexplicablemente, el portero del Mallorca no logra agarrar el esférico y el rechace le cae a Rakitic en el borde del área. Empaló con su izquierda y anotó así el 2-2.


Después del empate conseguido, hubo ocasiones por los dos bandos. Por parte de los baleares, De Guzmán tuvo de nuevo un gol que salvó Varas. Y ya con el tiempo casi cumplido, Rodri, mal colocado, la tuvo de cabeza, pero le dio flojo.

Con este punto, el Sevilla sella prácticamente su clasificación para la Europa League y se coloca a ocho puntos de su objetivo inicial. Es difícil, muy difícil, pero no imposible.

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