lunes, 14 de marzo de 2011

Un punto importante para Europa

El mejor equipo de fútbol del mundo visitaba el Ramón Sánchez-Pizjuán en un día muy lluvioso que casi reflejaba a la perfección la baja moral que la afición sevillista tenía horas antes del partido. Hora y media antes del pitido inicial, el cielo sevillano dejó de llorar y los aficionados sevillistas que ya se encontraban en los aledaños del estadio cambiaron el pensamiento por completo esperando un partido de tú a tú y con la humilde esperanza de conseguir un resultado positivo.

Antes del comienzo del partido, el Sevilla tuvo dos bonitos gestos. El primero de ellos fue sacar una pancarta expresando el apoyo al pueblo japonés por el terremoto y el tsunami que sacudió el país hace varios días. El segundo y último detalle fue la salida de Luis Fabiano al terreno de juego para despedirse como se merece de la que ha sido su afición durante estos últimos seis años.

Segundos después de la marcha de Luis Fabiano, en los videomarcadores del estadio, se veían las alineaciones titulares de ambos equipos. Alineaciones que todos y casi todos esperábamos. Así llegamos al inicio del partido, con una Sánchez-Pizjuán en el que no cabía un alfiler y con la afición sevillista cantando “acapella” su famoso himno del Centenario. El partido de la afición era ese, asustar lo máximo posible al rival y eso es algo que los sevillistas saben hacer a la perfección. Salida de ambos equipos en la que el Sevilla tuvo otra bonita seña: el equipo titular del Sevilla salió al césped con una camiseta que rezaba “ánimo Miki”, mostrando así el máximo apoyo al joven canterano bético.

La primera parte fue un monólogo del equipo catalán. El profesor Manzano sacó un equipo con cinco centrocampistas para agobiar al mediocampo del Barça y no dejar pensar a los cerebros del juego del equipo culé. Zokora y Medel ejerciendo el papel de mediocentros destructores, Rakitic ayudando tratando de tapar los huecos en la salida del balón del Barça, Capel y Navas a bandas cambiadas para que no les doblen los laterales y Negredo absolutamente solo arriba.


Tal vez esto es lo que pretendía el entrenador sevillista, aguantar lo máximo posible en la primera parte para ya sacarse un as de la manga en la segunda mitad. Pero regalar la posesión de balón durante toda la primera parte al mejor equipo del momento es sinónimo de recibir goles. Y así pasó, Bojan anotó el 0-1 en el minuto 30 que hizo enmudecer Nervión. No obstante, pudieron ser más, pero el árbitro, Pérez Lasa, anuló un gol de Messi de falta directa. Por supuesto y con el reglamento encima de la mesa, el gol era legal, aunque la mano de Fazio que precedió el gol no fue mano, ya que la tenía pegada al cuerpo.

En la segunda mitad hubo un cambio rotundo en la dirección del encuentro. Zokora salió por Kanouté, cambiando el dibujo táctico del 4-5-1 al 4-4-2, y hacer posible y encuentro abierto y hablarle al todopoderoso Barcelona de tú a tú. El Sevilla, en comparación con los primeros 45 minutos, mostró ganas, actitud, hambre por comerse al Barça, con muchísima intensidad defensiva, con fallos únicamente puntuales, atrevido.

Todo eso le faltó al Sevilla en la primera mitad y todo eso tuvo en la segunda. El Barça, que pocas veces se ha visto contra las cuerdas esta temporada, se veía impotente por no poder conseguir el segundo gol. En contra, recibió el empate a manos de Jesús Navas, de cabeza, tras una gran jugada en solitario de Negredo, que dio la asistencia al Duende de Los Palacios.


Lo que sigue al gol del Sevilla fue un partido de locura, un partido de lujo para el espectador neutral, con llegadas por parte de ambos bandos y con clarísimas ocasiones de gol. Jesús Navas, de nuevo, tuvo un gol a bocajarro que salvó Víctor Valdés con el pie. Antes de esto, Kanouté mandó el balón a la izquierda del palo de la portería del Barça. Y Negredo, casi al final del partido, tuvo en sus botas la victoria sevillista en un mano a mano que envió a la grada. Por el contrario, Iniesta envió un balón al travesaño y Gary Medel, no una sino dos veces, salvó al Sevilla de la derrota en la mismísima línea de gol.

El Sevilla pudo perder, ganar o empatar… y empató. Pero si se llega a perder, la imagen que dio el equipo fue totalmente distinta a la que ha dado durante toda la liga. Para mí, este cambió tan radical es culpa de dos artífices: Gary Medel y Fede Fazio.


El primero es un pedazo de fichaje invernal que nos acordaremos de él el día que se vaya de la capital andaluza, marcará un antes y un después en el Sevilla. En el partido ha demostrado una valentía y una fuerza extraordinaria. El segundo es el que ha dado seriedad a la línea defensiva, sin que la defensa sea una tómbola regalando goles.

Un punto que sabe a gloria para las aspiraciones europeas del Sevilla y un punto que se ha conseguido gracias a la casta y el coraje, como refleja el himno.

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