Primera parte tremendamente mala, en la que el conjunto gallego nos dio una lección y un baño de buen fútbol, de cómo tener la posesión, de como ensanchar el campo. Así, en el minuto 14 de la primera mitad, Lassad anotó un señor gol desde fuera del área que entró por la mismísima escuadra derecha que defendía un todavía presente Andrés Palop.
Tras este gol, el juego del Sevilla fue como en el principio: pésimo. Ni una ocasión de gol en toda la primera parte, ninguna jugada por las bandas. Mal partido, muy malo, de Fede Fazio y de Alejandro Alfaro, que sigue jugando en banda cuando el jugador no es de exterior. También destacar el esquema, que si se juega con dos delanteros, uno de ellos tiene que ser Kanouté, sino no funciona la táctica. Así terminó la primera parte, con una sensación de derrota.
Ya en la segunda parte, Palop fue expulsado tras parar el balón con la mano en un uno contra uno fuera del área. Por supuesto, Palop fue expulsado, y esto hará que se pierda el partido del Bernabéu. Esta ocasión vino por una contra. Más tarde, de nuevo Lassad, hizo el segundo para el Deportivo, en el minuto 61.
Con 2-0 en el marcardor y con un hombre menos, el Sevilla resurgió de sus cenizas y volvió a ser el que nos tiene acostumbrados. Negredo anotó el primer gol del conjunto nervionenses dos minutos más tarde al gol de Lassad. Luis Fabiano, en el minuto 73, se sacó un inverosímil disparo que Aranzubi no logra blocar y Escudé cazó el rechace para hacer el empate. Igualada a dos y el Sevilla con un hombre menos. La consistencia de los de Goyo hizo que Negredo hiciera el segundo de su cuenta particular y el tercero para los hispalenses. Todo esto en el minuto 79, a falta de once para el final.
Lo que ocurrió después no tiene perdón de Dios. Robo arbitral de nuevo, ante un linier indeciso y mentiroso. Gol de Laure en el minuto 88 que, tras levantar el propio linier el banderín para marcar un fuera de juego, que no era.
Tras esto, los jugadores del Sevilla se quedan parados tras ver el banderín en alza, Laure anota el gol y se echa las manos a la cabeza tras ver que el linier seguía con el bandero apuntando al cielo coruñés. Y aquí entra en juego el árbitro, anulando el fuero de juego y validando el gol, sin piés ni cabeza, porque desde donde se encontraba era imposible ver la jugada. Aún así quedaba por ver el paradón de Javi Varas en el último segundo de partido.
Un punto que sabe a oro pero que no fueron tres por culpa de los de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario